
Hiroshi Kitamura
A través de un sutil diálogo entre materia y vacío, la obra de Hiroshi Kitamura es una exploración artística que desdibuja los límites entre la naturaleza y la creación humana.
Su trabajo, basado en la escucha y el respeto, no impone formas, sino que permite que la madera y la tinta revelen por sí mismas la energía latente en todo lo vivo: ese impulso incesante de crecer, transformarse y perdurar.
El conjunto de sus obras reflexiona sobre la materia como un ciclo perpetuo de vida y muerte, en el que todo se descompone, se renueva y adopta nuevas formas. ¿No sucede lo mismo con nosotros? Hiroshi nos recuerda que compartimos un mismo origen y un mismo destino, que somos parte de un mismo proceso. Su obra nos interpela: ¿cómo nos relacionamos con nuestro entorno? ¿De qué manera percibimos los ritmos de la naturaleza en nuestra propia existencia? Tal vez, en esta contemplación atenta, descubramos que no estamos separados del mundo, sino íntimamente tejidos en él.
Hiroshi Kitamura (Hokkaido, Japón, 1955) creció en un entorno donde la creatividad y el respeto por el oficio eran esenciales. Su madre le enseñó a pintar con acuarelas a partir de la negación, un principio que marcaría su visión artística. Desde niño, experimentó con materiales encontrados, explorando la relación entre materialidad y composición.
Se formó en escultura y grabado xilográfico en la Academia de Bellas Artes de Hokkaido, donde descubrió el grabado como un proceso colaborativo. En 1987, se trasladó a Cataluña, donde su obra empezó a fusionar de manera natural la tradición japonesa con la mediterránea. Fascinado por la vida cotidiana y las técnicas de grabado occidental, integró nuevas formas de expresión que emergen sin imposiciones ni conceptualizaciones.
Desde 2011 vive y trabaja en el Empordà, donde su investigación artística se centra en la conexión entre el ser humano y el paisaje. Su obra transforma ramas y troncos de desecho, otorgándoles un nuevo equilibrio entre lo natural y lo artificial.
Kitamura describe su trabajo escultórico como una cooperación con la madera, un proceso en el que su voluntad no impone, sino que acompaña. En este diálogo, la materia le habla, y él la escucha con respeto, aceptando su singularidad. Se considera un simple "ayudante", alguien que facilita la continuidad de la vida engendrando estas nuevas formas, tan bellas, tan nuevas como familiares.
“Lleva toda su vida entrenando a que su yo concreto, Hiroshi Kitamura, no esté.”
Marta López Raurell, su compañera
Es un proceso similar al que Hiroshi concibe la pintura, como un diálogo entre papel, tinta y su propio ser, evitando imponer su voluntad. Se pregunta: ¿a dónde quiere ir esa tinta? La práctica constante le permite liberar el gesto de la intencionalidad, dejando que el movimiento fluya por sí solo.




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